martes, 6 de octubre de 2015

Ruben Dario - Retorno


Retorno 

El retorno a la tierra natal ha sido tan 
sentimental, y tan mental, y tan divino, 
que aún las gotas del alba cristalinas están 
en el jazmín de ensueño, de fragancia y de trino. 

Por el Anfión antiguo y el prodigio del canto 
se levanta una gracia de prodigio y encanto 
que une carne y espíritu, como en el pan y el vino. 
En el lugar en donde tuve la luz y el bien, 
¿qué otra cosa podría sino besar el manto 
a mi Roma, mi Atenas o mi Jerusalén? 

Exprimidos de idea, y de orgullo y cariño, 
de esencia de recuerdo, de arte de corazón, 
concreto ahora todos mis ensueños de niño 
sobre la crín anciana de mi amado León. 

Bendito el dromedario que a través del desierto 
condujera al Rey Mago, de aureolada sien, 
y que se dirigía por el camino cierto 
en que el astro de oro conducía a Belén. 

Amapolas de sangre y azucenas de nieve 
he mirado no lejos del divino laurel, 
y he sabido que el vino de nuestra vida breve 
precipita hondamente la ponzoña y la hiel. 

Mas sabe el optimista, religioso y pagano, 
que por César y Orfeo nuestro planeta gira, 
y que hay sobre la tierra que llevar en la mano, 
dominadora siempre, o la espada, o la lira. 

El paso es misterioso. Los mágicos diamantes 
de la corona o las sandalias de los pies 
fueron de los maestros que se elevaron antes, 
y serán de los genios que triunfarán después. 

Parece que Mercurio llevara el caduceo 
de manera triunfal en mi dulce país, 
y que brotara pura, hecha por mi deseo, 
en cada piedra una mágica flor de lis. 

Por atavismo griego o por fenicia influencia, 
siempre he sentido en mí ansia de navegar, 
y Jasón me ha legado su sublime experiencia 
y el sentir en mi vida los misterios del mar. 

¡Oh, cuántas veces, cuántas oí los sones 
de las sirenas líricas en los clásicos mares! 
¡Y cuántas he mirado tropeles de tritones 
y cortejos de ninfas ceñidas de azahares! 

Cuando Pan vino a América, en tiempos fabulosos 
en que había gigantes y conquistaban Pan 
y Baco tierra incógnita, y tigres y molosos 
custodiaban los templos sagrados de Copán, 

se celebraban cultos de estrellas y de abismos; 
se tenía una sacra visión de Dios. Y era 
ya la vital conciencia que hay en nosotros mismos 
de la magnificencia de nuestra Primavera. 

Los atlántidas fueron huéspedes nuestros. Suma 
revelación un tiempo tuvo el gran Moctezuma, 
y Hugo vio en Momotombo órgano de verdad. 
A través de las páginas fatales de la historia, 
nuestra tierra está hecha de vigor y de gloria, 
nuestra tierra está hecha para la Humanidad. 

Pueblo vibrante, fuerte, apasionado, altivo; 
pueblo que tiene la conciencia de ser vivo, 
y que reuniendo sus energías en haz 
portentoso, a la Patria vigoroso demuestra 
que puede bravamente presentar en su diestra 
el acero de guerra o el olivo de paz. 

Cuando Dante llevaba a la Sorbona ciencia 
y su maravilloso corazón florentino, 
creo que concretaba el alma de Florencia, 
y su ciudad estaba en el libro divino. 

Si pequeña es la Patria, uno grande la sueña. 
Mis ilusiones, y mis deseos, y mis 
esperanzas, me dicen que no hay patria pequeña. 
Y León es hoy a mí como Roma o París. 

Quisiera ser ahora como el Ulises griego 
que domaba los arcos, y los barcos y los 
destinos. Quiero ahora deciros ¡hasta luego! 
¡Porque no me resuelvo a deciros adiós!


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